La Casa de los Enanos, es una de las edificaciones más emblemáticas y enigmáticas de la ciudad. Esta casona, tiene una historia rica y fascinante que involucra a sus antiguos dueños, cuyos relatos se han convertido en parte del folclore local. En su interior se conserva el mobiliario de época, lo cual permite apreciar a la distancia cómo pudo ser el entorno social en su momento.
La mansión situada en la Avenida Juárez y 17 Sur en la Zona Esmeralda de Puebla, ha sido protagonista de diferentes especulaciones. Algunas tocan el terreno de lo paranormal, hablan de apariciones fantasmales, sonidos inexplicables y almas en pena.
La más connotada dice que la residencia fue habitada por seres pequeños que se recluyeron en ella para evitar la burla de la gente. La mansión recibió así el nombre de La Casa de los Enanos y se convirtió en leyenda.
Todo comenzó cuando la construcción de estilo francés que fue construida en 1891 por un empresario italiano que perdió a su hija menor cuando esta, trágicamente se quitó la vida. Después fue habitada por otras familias e incluso llegó a ser sanatorio. Esta es su historia.
A finales del siglo XIX y debido a la influencia porfiriana, las personas acaudaladas comenzaron a construir palacetes en áreas alejadas de la ciudad que usaban como casas de campo para los fines de semana, aunque algunos las utilizaron como viviendas.
Dichos inmuebles tenían una serie de características arquitectónicas que los distinguían de los demás. Por ejemplo, la entrada a la vivienda no empezaba en la puerta sino en un jardín frontal que estaba delimitado por una reja.
En 1891, el acaudalado empresario italiano Francesco Giacopello Colotto, que era propietario de una cantina situada en el Portal Hidalgo, donde hoy es el hotel Royalty, construyó su casa en el predio de la 3ª Avenida de la Paz número 1702, expone el investigador David Ramírez Huitrón, fundador de Puebla Antigua.
“Su esposa era Ernesta Bardoni y juntos procrearon a cinco hijos: Francisco, Leticia Ernestina, Lydia, Eulalia y Natalia María. Esta última fue quien trágicamente se quitó la vida, pero no en esta casa, que es lo que señalan las narraciones populares. Los Giacopello Bardoni habitaron la mansión hasta 1924 y esta muerte ocurrió después”, asegura.
Esta aseveración hizo que en torno a la propiedad se contaran historias fantásticas de presencias fantasmales, ánimas en pena, e incluso, se llegó a decir que en una de las habitaciones de la casa, estaba la puerta al infierno.
El investigador refiere que es falso que Natalia se haya suicidado en el despacho de la casa porque cuando don Francisco Giacopello murió, su viuda vendió todas sus propiedades, incluida la cantina y se fue a vivir a la Ciudad de México con sus hijos.
“De los descendientes de la familia Giacopello sobreviven los Horcasitas Giacopello, los Giacopello Núñez y los Navarro Giacopello, todos de la Ciudad de México”, apunta.
De sanatorio a vivienda
La casa pasó por distintos dueños, uno de ellos fue el doctor Isaac del Río, quien la rentó entre 1929-1930 y la acondicionó como sanatorio. Tiempo después otras familias la ocuparon, como los Petersen de origen alemán, y los Rodríguez Jiménez de ascendencia española y poblana.
El sanatorio del doctor Isaac del Rio prestaba servicios de cirugía, maternidad, electroterapia y rayos X. “Cuando la casa fue rentada por el doctor del Río, la ocupó como hospital hasta 1933. En el sótano se puede apreciar parte de la infraestructura que se creó para este fin. Estuvo solo un año porque en 1931 trasladó el sanatorio a la Avenida Juárez 1315”, señala.
Al cambiarse el médico de ubicación, la propiedad le perteneció unos de años a Pablo Petersen donde vivió con su familia.
El investigador comenta que Pablo Petersen estaba casado con Esther Colombres, quien era hija del general Joaquín Colombres, un destacado militar poblano que participó en la Segunda Intervención Francesa y fue hijo adoptivo del último Marqués de Monserrate y Vizconde de Manzanilla.
El Mito de los Enanos
La mansión estilo porfiriana fue adquirida por el gallego Rogelio Rodríguez Sáenz. Él había llegado diez años antes a la Angelópolis e hizo fortuna como empresario textil con su fábrica “La Perla”. Rodríguez Sáenz se casó con la profesora Carmelita Jiménez y procrearon tres hijos: Rogelio, Milagros y Carmelina. Carmelina padeció acondroplasia, pero a pesar de esta condición vivió una vida normal e incluso fue a la Universidad, llegó a casarse y tuvo familia. Cuando se casó tuvo un negocio de venta de pollo en el Mercado La Victoria. Se dice que se alejó de su familia porque no estaban de acuerdo con el nivel social de su marido.A la gente le causaba mucha curiosidad conocer el interior de la casa y se asomaba por la reja del exterior por la cual se vislumbraba el hermoso jardín y se veían los muebles miniatura que a veces utilizaban los hijos de Milagros que eran niños, de ahí que la bautizaran como La Casa de los Enanos.
En 2019, el equipo de investigación de Puebla Antigua, encabezado por David Ramírez Huitrón, realizó una exhaustiva investigación de esta propiedad. De esta manera quedó desmentida la aseveración de que Natalia María Giacopello se había quitado la vida en el estudio de la propiedad y el mito de los pequeños seres que habitaron esta casa.